¿Cómo estás oliendo?

Que pensarías si alguien se acerca a ti y arruga la nariz porque apestas? Probablemente te sentirías incomodo y querrías correr rápidamente por una ducha y perfumarte, pero… que tal si no eres tú, sino aquel perfume? Te has puesto a pensar en que olor estas regando por cada lugar en el que convives a diario?

Al ser hijo de Dios debes mostrar un testimonio digno de agradar a tu padre y …¿Qué estas siendo sabio y honorable o mas bien insensato y despreciable? A diario tomamos decisiones que nos llevan a asumir consecuencias, algunas que no tienen grandes resultados pero otras que cambian rotundamente nuestra imagen como hijos de Dios.

Miles de veces nos preguntamos porque las personas no llegan a nuestros templos, y hay diversas respuestas “son hipócritas”, “son inconsecuentes”, entre otras y nosotros respondemos “es que el evangelio se ha desprestigiado taaaaanto…(con cara de pena)” pero…que estamos haciendo para revertirlo? Seguimos amontonando moscas en nuestra vida que nos hacen heder. Ir al templo, tocar o dirigir no limpia tu perfume si al salir de aquellas cuatro paredes sigues haciendo de tu vida lo que quieras.

Te has dado cuenta que los demás pueden sentir nuestro olor, el cual nosotros mismos no podemos percibir porque nuestro olfato se ha habituado al olor que llevamos por tanto tiempo? Es por eso que es tiempo de olernos y reflexionar en que olor estamos esparciendo. Quita YA!!!!! Las moscas de tu perfume, y no solo aquellas que son fáciles de tomar y botar, sino también aquellas que por años conviven contigo y al parecer son tus favoritas.

El pecado expele a pudrición, por esto confiésalos delante del Señor, Él es fiel y justo para perdonarlos.

Cuidemos nuestro testimonio.

Bendiciones